Denia (Alicante) |
La Madre Mariana de San Simeón nació en la villa de Denia, en Alicante, y fue bautizada el 24 de noviembre de 1569 en la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción. Recibió el nombre de María Ana, Mariana.
Su padre, Conrado Simeón, era marinero y comerciante, natural de la ciudad de Ragusa, y su madre Jerónima Fuster, natural de Denia.
Eran escasos de bienes de fortuna, pero buenos cristianos y educaron cristianamente y con esmero a Mariana, que fue hija única del matrimonio.
Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción Denia (Alicante) |
De pequeña, Mariana fue una niña muy despierta e inteligente; aprendió a leer y a escribir, de forma que sus conocimientos le permitieron llevar y aclarar los negocios comerciales de su padre. Una niña compasiva con los pobres, a quienes, movida de caridad, atendía y servía en el hospital.
Amaba la humillación, y se inclinaba a vivir olvidada en las manos de la divina providencia. A los 12 años quedó huérfana de madre. Fue entonces cuando Mariana se resolvió interiormente a dedicarse al servicio del Señor. Buscaba la soledad y el silencio, la oración. Hizo su primera comunión y así, comulgaba con frecuencia.
Convertida en una jovencita, buscaba la mortificación y las penitencias, las vigilias en la oración y los ayunos. Poco después de cumplir sus 14 años, hizo a Dios voto de castidad, y resolvió no buscar ni entregarse a nadie, sino a Jesucristo.
Tras la muerte de su madre, Mariana tuvo que dedicarse al cuidado de la casa y de la familia. También era muy hábil para toda clase de labores manuales, y entre estas destacó en el telar, trabajo que después, en los conventos que fundó, instauró como trabajo para las monjas de su comunidad.
Pasados unos años, su padre volvió a contraer matrimonio con una santa doncella llamada Catalina Meller. También su padre quiso casar a Mariana con un caballero de Ragusa, a quien la había prometido en matrimonio.
Mariana se negó, pues ya había hecho voto de castidad a Jesucristo, como el único esposo de su alma. Su padre, insistió en casar a Mariana, aún en contra de su voluntad, e incluso comenzó a preparar las cosas necesarias para la boda.
Telar manual |
Empezó Mariana por este tiempo a sentir gran deseo de entrar en religión. Años más tarde, supo de la reforma de las Agustinas emprendida por Juan de Ribera, cuyo primer monasterio fundó el santo arzobispo en 1597, en la villa de Alcoy. Mariana quiso entrar en este monasterio, pero el Señor dispuso que fuese en Denia, su villa natal.
El 25 de enero de 1604, ingresó Mariana en el convento de las Agustinas Descalzas de Denia, siendo apadrinada por el mismo Rey Felipe III, junto a otras 5 jóvenes, tomando el hábito de manos del Nuncio. Mariana hizo su profesión el 15 de febrero de 1606. También su segunda madre, Catalina Muller entró de religiosa en las Agustinas Descalzas de Denia el año 1605. Al poco tiempo murió en olor de santidad.
Su vida de religiosa transcurrió entre la oración y el rigor de la penitencia, recibiendo del Señor grandes gracias en la contemplación. En el monasterio desempeñó varias obediencia, como tornera, provisora y sacristana, entre otros, además de haber sido elegida para gobernar la casa como superiora y madre de todas las hermanas. A instancias del obispo de Cartagena D. Francisco Martínez, la Madre Mariana fundó otro convento de Agustinas Descalzas en Almansa (Albacete), donde llegó el 6 de enero de 1609. Mucho tuvo que trabajar en los principios de esta fundación de Almansa por la falta de recursos económicos para sustentar en lo necesario a la primera comunidad.
San Juan de Ribera Fundador de las Agustinas Descalzas |
Monasterio Santo Sepulcro, Alcoy (Alicante) |
El 25 de enero de 1604, ingresó Mariana en el convento de las Agustinas Descalzas de Denia, siendo apadrinada por el mismo Rey Felipe III, junto a otras 5 jóvenes, tomando el hábito de manos del Nuncio. Mariana hizo su profesión el 15 de febrero de 1606. También su segunda madre, Catalina Muller entró de religiosa en las Agustinas Descalzas de Denia el año 1605. Al poco tiempo murió en olor de santidad.
Felipe III |
Fue entonces cuando la Madre, ayudada por la gracia de Dios, inventó el arte de tejer la lana, fabricando prendas con las que socorría a los pobres, al tiempo que vendía y hacía los hábitos de las monjas. Fue regalada por Dios con muchos dones, el discernimiento de espíritus y el ver gran perfección en los sacerdotes y en sus monjas. El ejemplo de su vida ejemplar llegó a oídos del obispo D. Francisco Martínez, quien prendado de su santidad, pidió a la Madre Mariana que fuese a fundar otro monasterio en la diócesis de Murcia.
Había en dicha ciudad 2 damas de la nobleza que querían ayudar con sus bienes a esta fundación: dichas señoras fueron las hermanas Luisa y Juana Fajardo. Obtenida la licencia del Consejo Real para fundar en Murcia, se dispuso la M. Mariana a poner por obra la orden del obispo. Salió con sus monjas de Almansa a mediados de febrero, en pleno invierno. Iba muy enferma y con calentura. Llegaron a Murcia el domingo 21 de febrero de 1616, alojándose esa noche en casa de la fundadora Dª Luisa Fajardo, en Espinardo. La fama de santidad de que venía precedida la Madre, atraía a multitud de gente deseosa de conocerla y tratar con ella. Así, una de las principales jóvenes de Murcia abrazar la nueva reforma de las Agustinas Descalzas.
Fachada de la iglesia actual Fotografía siglo XIX |
El 14 de marzo de 1616 tomaron posesión de la casa que iba a ser la primera morada de la fundación, situada en la plaza San Gines, muy cerca de donde hoy se sitúa el actual monasterio. A ésta se dio el nombre de Corpus Christi.
Primeras novicias |
Ubicación de primitivo monasterio, en calle Santa Cecilia |
Así consiguió la Madre Mariana salir adelante con la fundación de Agustinas Descalzas de Murcia. A consecuencia de tantos trabajos y sufrimientos, llegó a enfermar la Madre hasta llegar casi a la muerte. Sus palabras y pensamientos ante las contrariedades eran: Mi esperanza en Dios está. Al tiempo profesaron las jóvenes novicias, y otras jóvenes, atraídas por la fama de santidad de la Madre, pedían ingresar en el monasterio, llegando hasta a faltar sitio y celdas para dar entrada a las que pretendían ser monjas Agustinas. En 1623 se logró tener convento e iglesia completamente acabados y con sitio suficiente para más religiosas. No faltaron milagros en la construcción de la iglesia, atribuidos todos a la intercesión y oración de la Madre Mariana. Se hizo a cargo también, al tiempo que se encontraba como priora en Murcia, de la fundación de Almansa, y consiguió levantar ambas comunidades con su buen espíritu y la sabiduría con que el Señor la regalaba.
Bordados de seda y oro |
jazminero de la santa Madre que se conserva en el huerto del convento |
Procuró fielmente que se guardara la Regla y las Constituciones y la observancia regular en sus conventos, medios para alcanzar la santidad de vida a la que las monjas aspiran. Fue de excelente capacidad intelectual, viva penetración, agudo ingenio de gran corazón. Era muy amante la Madre de las flores y de adornar los altares; todavía se conserva en la actualidad un jazminero que la Madre hizo plantar en el huerto del convento, cuyo aroma sigue perfumando los claustros y las dependencias dedicadas al culto eucarístico. A los dones de la naturaleza con que la dotó el Señor, se añadían los de la gracia, llegando a la práctica heroica de las virtudes teologales y obras de misericordia.
Entregó su alma a Dios el 25 de febrero de 1631, a los 61 años, siendo priora y servidora de todas las hermanas de la comunidad que había fundado con tanto amor y deseos de servir al Señor, a la Iglesia y a la Humanidad.
Su cuerpo fue sepultado en un altar del coro del convento, a instancias del entonces obispo Fray Antonio de Trejo, que sentía una gran veneración por la Madre.
En el cementerio del monasterio hay también enterrados 3 obispos, benefactores del convento, entre ellos Juan Mateos, que movidos de devoción y admiración a la Madre y a la santidad de las monjas, quisieron ser enterrados con las religiosas. Años después, sus huesos fueron colocados en una arqueta, que actualmente las monjas llaman “el arca de la santa Madre”, que había sido regalada por el cabildo al convento.
Esta arqueta había contenido los restos de San Fulgencio y Santa Florentina. También se conserva una reliquia.Arqueta donde fueron depositados los restos mortales de la Madre Mariana |
Mi espeanza en Dios está,
Retrato de la Venerable Madre Mariana de San Simeón |
Este cuadro, se conserva como reliquia en el convento de Agustinas Descalzas de Murcia.
Esta es la breve semblanza de esta monja santa, no reconocida aún por la Iglesia, pero que goza de la felicidad de los santos junto a su Esposo, el Cordero inmaculado, a quien ella quiso amar, alabar y servir todos los días de su vida.
MI ESPERANZA EN DIOS ESTÁ
GALERIA DE FOTOS:
Detalles del retrato al óleo de la Venerable Madre Mariana de San Simeón. Se conserva en el coro bajo del monasterio |
Libro de la Vida de la Madre Mariana de San Simeón |
Textiles y brocados, fabricados en los comienzos de la fundación. |
Celda monástica en tiempos de la Madre Mariana |
Vitrina de cristal, donde se conservan actualmente los objetos de la Madre Mariana |
Reliquia y libro de la Vida de la Madre Mariana de San Simeón |
Litografía antigua de la Madre Mariana |
Altar del coro bajo, donde se depositaron los restos de la Madre Mariana después de su muerte. En la foto: altar en la actualidad |
Jazminero de la Madre Mariana, que aún se conserva en la actualidad en el huerto del convento. |
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